Mientras seguimos considerando a Jesús como el más grande modelo a seguir en el área de la enseñanza, debemos detenernos a pensar en su mansedumbre.
Un maravilloso pasaje Bíblico para leer sobre esto lo encontramos en San Mateo 12: 18-21, “Aquí esta mi siervo, a quien he escogido, mi amado, en quien me deleito. Pondré sobre él mi Espíritu, y proclamará justicia a las naciones. No protestará ni gritará; nadie oirá su voz en las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas humea, hasta que haga triunfar la justicia. Y las naciones pondrán su esperanza en él.”
[frame type=”left” width=”184″ title=”Jesús, el más grande Maestro” height=”138″ src=”https://jesusyyo.net/imagenes/mansedumbre.jpg”]Es maravilloso considerar el hecho de que Jesús, hablando en términos generales, nunca usó la fuerza. Él jamás procuró hacer que su ministerio se hiciera grande o popular. La mayoría del tiempo el no se quedaban en el mismo lugar por más de un día o dos y nunca intentó levantar a las masas o establecer presencia política. En más, Él rechazó la fama.
Esta actitud fue fundamental en el ministerio de nuestro Señor. Por que el era manso, los necesitados se agrupaban para buscar su ayuda. San Marcos 2:17 dice, “Los que están sanos no necesitan medico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.”
[quote_right]Es maravilloso considerar el hecho de que Jesús, hablando en términos generales, nunca usó la fuerza. Él jamás procuró hacer que su ministerio se hiciera grande o popular.[/quote_right]Muchos de los niños a quienes enseñamos carecen de confianza debido a los hogares de los que provienen u otras circunstancias similares. Al ser inseguros, aparentan ser rudos e indiferentes. Jesús no maltrató a los necesitados, más bien gentilmente los guío a tener fuerza. Nosotros tenemos muchas oportunidades de hacer lo mismo.
Quizá nuestra más grande necesidad sea la de no desgastarnos al atender tanta necesidad en otros. Recordemos los versículos con los que iniciamos. Jesús va a trabajar “hasta que haga triunfar la justicia”. Conforme trabajemos con Jesús y permitamos que el trabaje por medio nuestro, podemos tener la fe y descanso necesarios para mantenernos diligentes hasta el fin.