Filipenses 4:11-13 «No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé estar humillado, y sé tener abundancia; en todas las cosas y en todo he aprendido el secreto, así a estar saciado como a tener hambre, así a tener abundancia como a padecer necesidad. Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder.»
Conforme a Filipenses 4:10-13, Pablo aplicaba el secreto a todo lo que le sucedía en la cárcel. Él se encontraba en una prisión de Roma, lejos de los creyentes y de las iglesias que había establecido mediante su ministerio. Sin duda alguna, él sufría tanto psicológica como físicamente. Ciertamente tenía necesidades materiales y no le resultaba fácil estar en la cárcel en tales circunstancias.[frame type=”left” width=”250″ height=”255″ src=”https://jesusyyo.net/wp-content/uploads/2011/09/813780_595913001.jpg”]
En estos versículos Pablo da a entender que padecía necesidad y que requería de algún apoyo material. Cuando padecía necesidad, era humillado. En presencia de los carceleros, de los guardias, y aun de todo el pretorio él padecía necesidad y era humillado. Quizás algunos decían de él: “¡Pobre prisionero! No tiene a nadie que lo cuide ni le brinde ningún apoyo”. Pero luego, de forma inesperada, se presentó Epafrodito con una dádiva de parte de los filipenses (v.18). Por eso, podía declarar: “Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia”.
El apóstol estaba humillado antes de la llegada de Epafrodito, pero cuando éste llegó con la ayuda económica, Pablo tuvo abundancia. Sin embargo, él no sabía cuánto tiempo iba a durar ese periodo de abundancia. El apóstol sabía bien que después vendría otro tiempo de necesidad. A pesar de que había pasado por una situación difícil, y ahora se encontraba en la cumbre, estaba consciente de que tal vez sería humillado nuevamente, en un futuro no muy lejano. Esa es la razón por la que primero dijo: “Sé estar humillado, y sé tener abundancia”. Puesto que estaba consciente de que su situación podía cambiar nuevamente, él afirmó que había aprendido a estar saciado, así como a tener hambre.
Filipenses 3:8-9 … Para ganar a Cristo, y ser hallado en Él…[quote_right]Pablo lo podía todo en Cristo, en Aquel que lo revestía de poder; él bien podría decir: «Cristo es el secreto de mi suficiencia.»[/quote_right]
En 4:13 Pablo declara que Cristo es Aquel que lo reviste de poder. Revestir de poder significa ser hecho dinámico interiormente. Cristo mora en nosotros (Col 1:27); Él nos da poder, nos hace dinámicos desde adentro, no desde afuera. Era por medio de este poder dado a Pablo, que él lo podía todo en Cristo. En 4:13 se halla el secreto al que Pablo se refiere en el versículo 12. En dicho versículo declara que él está en Cristo, esto es, en Aquel que lo reviste de poder, mientras que en el capítulo tres, Pablo testificó que seguía a Cristo con el fin de ganarlo y ser hallado en Él. Pero ahora en 4:13, él declara que está en Él. Pablo lo podía todo en Cristo, en Aquel que lo revestía de poder; él bien podría decir: “Cristo es el secreto de mi suficiencia. Mientras lo posea y sea hallado en Él, todo lo podré en Él”.
Para apreciar las palabras de Pablo debemos relacionar la expresión “en Aquel”, mencionada en 4:13, con la expresión “en Él” que aparece en 3:9. En Filipenses 3:9 Pablo expresa su anhelo de ser hallado en Él, y luego, en 4:13, él declara que, hallándose en Él, lo podía todo en Aquel que lo revestía de poder. Este era su secreto.
Nuestras circunstancias pueden cambiar. A veces tenemos abundancia, y otras veces estamos humillados; pero ya sea que tengamos abundancia o estemos humillados, nuestro disfrute del Señor no cambia. Es posible que incluso Pablo haya disfrutado más a Cristo mientras estuvo humillado que cuando tuvo abundancia. Quizás haya disfrutado más de Cristo cuando experimentó pobreza que cuando tuvo riquezas. Al menos, eso es lo que yo puedo ver. Pablo tal vez diría: “Yo disfruto a Cristo cuando estoy humillado de la misma manera que cuando tengo abundancia. Para mí es lo mismo ser rico que ser pobre; lo alto o lo bajo me es igual. Mi deleite en Cristo no varía”. Aunque el disfrute sea siempre el mismo, es probable que varíe el sabor. Pero aun si hubiera alguna diferencia de disfrute o sabor, ciertamente Pablo había aprendido el secreto.