El hecho concreto es que cuando Dios quiere usar a una persona, como líder en su obra, El mismo se encarga de ir formando y preparándolos. Es un proceso de preparación en las manos del divino alfarero.
El ejemplo del alfarero en el libro de Jeremías es muy hermoso. Dios habló al profeta a través de esta imágen sugestiva. “Levántate, –le dijo– y vete a la casa del alfarero, y allí te haré oir mis palabras” (Jer.18:2). Ya es conocida la historia. Mediante esta imágen del alfarero, Dios muestra al profeta Jeremías que el pueblo de Israel era como “barro en sus manos”. Esta figura nos enseña algunas lecciones en cuanto a la formación divina de los líderes escogidos.
Personalmente, no creo en la producción instantánea de auténtico liderazgo, sólo con breves enseñanzas sobre el tema. La preparación de un líder es un proceso lento y acucioso. Es como el barro, que toma en sus manos el alfarero para formar una vasija útil. De este ejemplo podemos desprender algunos principios aplicables al proceso divino en la formación de un auténtico liderazgo espiritual.
El barro es tomado de la tierra. Es el tiempo de preparación de la tierra. Se aplica al tiempo en que Dios tiene que separarlo del mundo y de su sistema pecaminoso. Este es un principio que se aplica a todo cristiano.
[quote_right]La preparación de un líder es un proceso lento y acucioso. Es como el barro, que toma en sus manos el alfarero para formar una vasija útil.[/quote_right]El barro es mezclado con agua. Corresponde al tiempo cuando Dios conforta al líder con las promesas de su palabra. La Biblia es como el agua. Hay una limpieza que viene cuando se entienden las verdades bíblicas.
El barro es amasado. Es el tiempo en que el alfarero golpeaba y golpeaba el barro para lograr una masa homogénea. En sentido espiritual, es el tiempo cuando Dios tiene que confrontarnos con las demandas de su Palabra para que se encarnen en la vida del líder.
Mezclar y mezclar hasta hallar compatibilidad en nuestro carácter. Es el tiempo cuando Dios trae pruebas, y estas siempre tienen un fin rector. Vienen tanto con la Palabra como con las circunstancias de la vida.
La vasija modelada en la rueda. Es el tiempo cuando el alfarero toma la vasija todavía con asperezas, y es puesta en la rueda para ser pulida. Corresponde al tiempo cuando Dios comienza a formar el carácter de Cristo en la vida del líder. El fruto del Espíritu Santo se manifiesta en esa vida (Gál.5:22-24).
La vasija es puesta en la repisa de la espera. Es el tiempo cuando es ignorado, dejado de lado voluntariamente o involuntariamente por los demás hasta el tiempo de Dios. Es el tiempo en que está puesto hasta quedar “seco”. Es decir, hasta que sus fuerzas humanas, la autosuficiencia y el orgullo, sean reducidos y aprenda a depender totalmente de Dios.
Por último, la vasija es puesta en el horno de fuego. Este era el tiempo en que el alfarero ponía la pieza de barro en el horno para ser endurecido por el fuego. En la vida del líder, significa que será puesto por Dios, en el “horno” de las viscisitudes de la vida en que todo líder de Dios se ha de encontrar. Esto hará del líder un vaso útil, preparado para ser usado por Dios.
Como podemos apreciar, el proceso no es tan simple. Toma su tiempo. Creo que definitivamente, Dios no está preocupado de nuestros apuros humanos. El se da su tiempo, sin apuros. Su proceso formador llega a ser, en la mayoría de los casos, una larga escuela. Por ejemplo, un árbol maderero tiene un tiempo mínimo de quince años, antes de ser cortado para utilizar su madera. La inversión es a largo plazo. De un modo similar, en la Biblia encontramos algunos ejemplos del asunto de la preparación. Dios tardó cuarenta años en preparar a Moisés para que él sirviera a su generación con toda la fidelidad y capacidades de que fue dotado. Se tardó más de dos mil años la venida de su Hijo (Gál.4:1-4). En este sentido, debemos saber esperar en el tiempo de Dios, y estar dispuestos a ser como barro en las manos del divino alfarero, para ser el líder que él se ha propuesto para servir en esta generación.